domingo, 11 de junio de 2017

Hasta que la muerte nos reúna. Capítulo 38

Me encontraba en la cama de nuestra casa. Al despertarme, descubrí como Silvia y Dani hablaban en el salón. Me habían curado las heridas, y noté como los puntos de mi pierna me tiraban. Traté de incorporarme. Me vieron y dejaron de hablar. Vinieron hasta la habitación. Al ver a Silvia, sonreí. Por fin la recordaba y estaba muy contento por ello.
- ¿Cómo te encuentras? –preguntó Dani
- Me duele todo… -contesté
- ¿Qué te pasó en la isla? –seguía preguntando algo serio
- Nos atacaron por detrás, y tuve que refugiarme en una casa. Había disparos por todos lados. –no quise contarles lo que sucedió con el Patrón.
- Te estuvimos buscando. –decía Silvia- No podíamos esperar más. Teníamos que sacar a la gente de allí.
- No pasa nada. Lo entiendo. –contesté sonriendo
- ¿Por qué sonríes? –preguntó Dani extrañado
- ¿Puedes dejarnos solos? –le dije

Ambos se miraron sorprendidos. Dani, cerró la puerta tras salir.
- Acércate, -ordené

Silvia, me miraba incrédula.
- Ven, siéntate a mi lado –ordené de nuevo

No se movía. En cierto modo la entendía. Aún no sabía que había recobrado mi memoria.
- Veo que te has cortado el pelo. –dije sonriendo- Te queda muy bien.

Aquello hizo que sus ojos se abrieran de par en par. Ya que se cortó el pelo, en el tiempo que estuve desaparecido. Su expresión de incredulidad, pasó a ser alegría. Lloraba y reía a la vez. Vino a mi lado y nos abrazamos. Nos besamos.
- Silvia, cariño, me acuerdo de ti. Me acuerdo de todo. –le dije mientras me caía una lagrima
- ¿De verdad? –no lo podía creer aun
- De verdad… -contesté- …eres el amor de mi vida. Ya lo recuerdo. Supe que lo serías cuando nos encerramos en aquella gasolinera. Cuando estuvimos horas metidos en un armario. Parece que fue ayer…
- Jajaja –se reía nerviosa y emocionada a la vez.

Toqué su barriga. Ahí estaba mi futuro hijo. Me emocioné tanto que lloré de alegría. No paraba de besarla. Al escucharnos, Dani entró. Ambos estábamos en la cama abrazados.
- Hola Dani…-dije-…lo recuerdo todo. ¿te acuerdas cuando mamá siempre me decía que nunca seria buen padre?
- ¿Silvia? –la miró serio- ¿No se lo has dicho?

Aquello no me gustó lo más mínimo. Miré a Silvia aterrorizado. Algo pasaba y no era nada bueno.
- Dani, por favor… acaba de recuperar la memoria –se enfadó
- ¿Qué pasa? –dije mosqueado
- Hermanito, me alegro de que recuerdes… pero… -le notaba nervioso-…
- Joder, decirme que cojones pasa…-miré a ambos
- Cuando estuviste solo en la isla, realmente ¿Qué pasó? –me estaba interrogando
- Ya lo he dicho, me refugié en una casa. Después tuve problemas con algunos muertos, y me subí al barco en el que fui con Nacho.
- Pues en algún momento, alguno te mordió…-dijo Dani

Aquello me cayó como un jarro de agua fría. ¿Cómo? ¿Mordido? ¿Dónde? Me miré por todas partes. En la pierna donde tenía la herida con el cristal, más abajo tenia las marcas de un mordisco. No eran profundas, pero suficiente para infectarme. Un sudor frio me caía por la frente.
- Es raro que aún no estés febril. Por lo que se sabe, a las pocas horas empiezan todos los síntomas. –explicaba Silvia.
- Quizá no esté infectado. –trataba de tener fe
- Mientras te recuperas de tus heridas, por precaución, te quedaras aquí. No podrás salir. –ordenó Dani.

Mi cuerpo empezaba a temblar. No podía ser. Ahora que todo iba sobre ruedas, siempre tenía que haber algo que lo jodiera.
- No te preocupes. Yo estaré contigo. –decía Silvia sin dejar de abrazarme- Esto es difícil para todos. Ya te he perdido demasiadas veces. Si esta va a ser la última, quiero estar presente.
- Es irónico…-dije-…cuando dijimos que si íbamos a morir, fuera en la playa. No lo dije al pie de la letra. No quiero morir ahora…
- Lo sé. Yo tampoco. Pero tenemos que ser realistas. Te han mordido, y seguro morirás –volvía esa Silvia que tanto añoraba. Esa mujer fuerte.

Poco a poco, mi alegría se fue apagando. Tan solo veía un rayo de luz cuando notaba a Silvia cerca de mí. El tiempo pasaba, y aunque me encontraba bien, el miedo me invadía. Rogué a Dani que me dejara pasear por la playa con ella. Finalmente accedió. A fin de cuentas, era mi hermano. Lo quería mucho. Además estaba muy orgulloso de como lideraba aquella comunidad que salvó de un cautiverio horroroso. Nos sentamos en la playa, tal como lo habíamos soñado.
- Cuando llegue el momento, me gustaría que… -no podía seguir hablándolo
- No dejaré que nadie más lo haga. No permitiré que te levantes como ellos. –me dijo tranquilizándome.
- Antes de nada, quiero pedirte disculpas –expuse
- ¿Sobre esa mujer? ¿Marta? –preguntó sabiendo lo que era
- Así es. En ese momento no sabía nada de ti. Pero, aun así, quiero pedirte disculpas. Necesito que me perdones.
- ¿La llegaste a querer? –preguntó
- En ciertas ocasiones, creo que sí. Pero ahora que recuerdo todo. Solo te quiero a ti. –contesté sincero
- Pues entonces, te perdono. –dijo apoyando su cabeza en mi hombro
- Te lo agradezco. –pasé mi brazo por su hombro.

Antes de que ocurriera lo inevitable, hablé con Maria y Caterina. Ambas estaban muy afectadas por lo ocurrido en la isla. Maria estaba algo mejor psicológicamente que Caterina. Por suerte, ninguna tuvo un embarazo no deseado. Aunque las secuelas, durarían para siempre. Observé como aquel pueblo cobraba vida de nuevo. Habían formado una gran comunidad, unidos por Dani y Silvia. Miriam, me curaba las heridas constantemente, a pesar de estar condenado. Decía que no era humano dejarme sufrir de esa manera. Después de mucho tiempo me encontraba feliz. No como hubiera deseado, pero feliz al fin y al cabo de saber que mi mujer y mi hijo vivirán decentemente. Estando con Silvia, casi no me acordaba de Marta. Ni de Sergio y Gaspar. Me daba pena, no poder contarles que todo salió bien. O casi todo.
Dos días después, pedí a Dani y Silvia que me llevasen a la playa. Me encontraba muy débil. Me dejé caer sobre las piernas de Silvia. Me acariciaba el pelo. Miraba las nubes y el olor a mar me calmaba. Me resistía a morir. De hecho, nadie daba crédito a que aún siguiese vivo. Severamente perjudicado, pero vivo.
- Te quiero. –dijo Silvia con lágrimas en los ojos- Dije que nunca te lo diría. Pero te quiero.
- Lo sé. –contesté- Siempre lo supe. No hacía falta que lo dijeras.
- Si hace falta. Necesito decirlo. Te quiero. –se ahogó en un llanto
- Quien hubiera imaginado que acabaríamos así. La muerte nos unió. La muerte nos separó. Y la muerte nos reunirá de nuevo. –cerré los ojos plácidamente.
- Hasta que la muerte nos reúna. –logré escuchar

1 comentario:

Unknown dijo...

Snif, snif... Me has hecho llorar... muy emotivo. Después de tanto vivido con Alex lo echaré de menos. Como dicen en el mundo del mus: tanto remar pa quedar en la orilla...