Capítulo 32
No sabían cómo reaccionar. Habían
sido descubiertos por Manzaneque, estos habían sido acribillados, sus amigos y
familiares habían desaparecido, escrito en una pared un mensaje con sangre y
que no sabían que significaba, y para finalizar estaban borrachos. Los copos de
nieve les sacaron de su ensimismamiento. Pero ninguno se atrevía a pronunciar
palabra. Raúl estaba más nervioso que los demás. De repente, notó un ligero
traqueteo detrás de las orejas, que reconoció enseguida.
-
Escuchad… me siento raro… como… -lo siguiente
que dijo no lo entendieron.
Lo único que Raúl percibía en ese
momento, es que no se podía mover. Miraba la cara de los demás, y sentía unas
ganas indescriptibles de lanzarse a su cara. Pero por otro lado, una parte de
su cerebro le decía: no. Perdió todo conocimiento y cuando despertó estaba en
una cama atado de pies y manos. Le dolía el estómago, y la boca la tenía seca.
Miró alrededor. Reina estaba en otra cama dormido.
-
Reina. –susurró- ¿me escuchas?
Este se despertó tan rápido, que
pareciera que no dormía.
-
Colega, ¿ya te has despertado? –preguntó con
preocupación- ¿Eres tú, colega? – le miraba extraño- dime que eres tú y que no
te vas a lanzar sobre mí.
-
¿Por qué me iba a lanzar sobre ti? –preguntó Raúl
extrañado.
-
Porque… te comportas muy raro, colega. –dijo
confundido- ¿No te acuerdas de nada?
-
No. No sé qué hago aquí la verdad. Y mucho menos
atado. –contestó asombrado.
-
Joder, colega, dabas miedo de verdad. –dio un
paso hacia atrás- hablabas y después gruñías como los muertos que caminan.
-
Venga ya. –dijo riéndose.
-
Joder, tío, lo que te hicieron en ese campamento
es de cagarse en los pantalones.
-
¿Cómo te encuentras? –dijo Pablo, que estaba
apoyado en el quicio de la puerta.
-
Me duele el estómago y tengo mucha sed… dice
Reina que…
-
Si. Te ha vuelto a pasar. –le cortó.
-
Os juro que no me acuerdo de nada. –confesó.
-
Te acuerdes o no, lo cierto, es que cuando te
dan esos ataques, te conviertes en uno de ellos. De eso no cabe duda. Lo bueno…
que te percataste a tiempo.
-
¿Qué hay de los nuestros? ¿los que han
desaparecido?
-
Ni idea. –confesó molesto- aunque a decir
verdad, creo que tengo una pista. Si ya no corre peligro –miró a Reina- desátale
y nos reunimos en el salón.
Reina le desató, le dio de comer
y beber. Llegaron al salón, y tal como se esperaba Raúl, le miraban
desconfiados. Pablo se encontraba sentado en una silla, presidiendo la mesa.
-
Ahora que estamos todos… -hizo un gesto de
cansancio-…quiero contaros lo que pienso.
-
¿Qué hace aquí? –preguntó Vergara cabreado.
-
Lo mismo que vosotros. Buscar una solución y
encontrar a nuestra gente. –le devolvió la mirada enfadada.
-
Está bien, está bien. –gruño Ramón- Escuchemos
lo que tiene que decir…
-
Gracias Ramón. –dijo Pablo- Hace unas semanas,
cuando fuimos a buscar a Reina y Sharpay, vi a un grupo de personas. Montaban a
caballo y vestían como la edad media. Con armaduras y esas cosas. No le di
importancia. Pensé: menudos gilipollas disfrazados.
-
¿Qué tiene que ver con todo esto? –preguntó
Reina confundido.
-
Si veis las heridas de los de fuera, y las
flechas, os daréis cuenta de que no utilizaron armas de fuego. Si no, espadas y
arcos. Como los que llevaban aquellos que vi. –contestó.
-
Está bien. –refunfuño Ramón- Tíos con armaduras,
espadas, arcos, flechas… hay que joderse.
-
¿Alguna idea de que puede significar “LOBARRE”?
–preguntó Pablo.
-
Supongo que se harán llamar así…-contestó Héctor.
-
¿Por qué atacarían? –preguntó de nuevo Pablo.
-
Robar recursos… -propuso Héctor otra vez.
-
Recursos o personas… lo único que faltan son personas.
–dijo Vergara.
-
No teníamos mucho, por no decir nada, cuando
salimos. –dijo Raúl.
-
Sin embargo, no han revuelto nada. Ni siquiera
han tocado las botellas de agua que almacenamos aquí mismo en el salón. –señaló
dos pallets de agua embotellada.
-
Tienes razón –confesó Raúl.
-
Recapitulemos: Manzaneque ya no supondrá un
peligro porque está muerto. –habló Pablo echando la espalda hacia atrás- por lo
que deduzco que nuestros amigos de armadura saben pelear cuerpo a cuerpo,
además de utilizar espadas y arcos. Suponiendo que hubieran sido ellos, claro
está. ¿Quién en el siglo XXI sabe esas artes? ¿Frikis de la fantasía épica? ¿artistas
de circo? Lo que si tengo claro, es que son peligrosos. Suponiendo que tan solo
pude ver a no más de seis personas, cálculo que podrían haber sido otras cinco
o seis personas más. ¿Qué hacían cerca de aquí? ¿Por qué atacaron a Manzaneque?
¿Qué vieron? ¿Qué quieren? Si dejaron un mensaje, es que sabían que alguien más
lo vería. ¿Se llevaron a nuestra gente o la dejaron marchar? Opino que se la
llevaron. ¿Con que fin? ¿Pedirnos algún tipo de intercambio? Quizá. Nuestro
principal objetivo es averiguar que significa “LOBARRE”. ¿Alguna localidad
cercana? Revisemos todos los mapas que tenemos. Alguna pista que nos indique
donde pueden haberse llevado a nuestra gente. –señaló a Ramón y Vergara-
Inspeccionar los alrededores. Tiene que haber huellas de caballo. O de coches. Héctor
y Reina, mirar bien dentro del caserío a ver si se han dejado algo. Raúl y yo…
tenemos que hablar en privado.
-
A sus órdenes mi capitán –bromeo Héctor, que
borró su sonrisa al ver la cara de los demás.
Cuando cada uno se fue a cumplir
con lo que había pedido Pablo, se quedaron un rato en silencio. Pablo se
levantó hacia las botellas, y sacó dos de su envoltorio. Una se la ofreció a Raúl.
Se sentó enfrente y lo miro fijamente a los ojos. Algo que a Raúl le incomodó.
Abrió su botella y se la bebió por completo antes de hablar.
-
Raúl… tenemos un serio problema contigo. Maldigo
el día que le di autorización al hijo de puta ese para que experimentara
contigo. Esperaba que pasase algún tiempo, para ir a hablar con él y hacerle
entrar en razón. Entre otras cosas, porque solo él sabía lo que te hizo. Me
refiero químicamente. Está claro que te metió el puñetero virus en el
organismo, mezclado con algo que hace que no sea definitivo. Por eso tienes
esos ataques. Y te juro, que acojona de veras.
-
Pablo… deja de culparte. –dijo sincero- Al
principio no me caías bien, lo confieso. Pero creo que no eres mala persona.
Déjalo estar. No puedo prometerte que pueda controlar eso que me pasa. Lo que
si te pido, es que si en algún momento debes…
-
No lo digas. –cerró los ojos- No lo voy hacer.
Sé que te he tratado como si fueras mi hijo, y ya me has dejado claro que no
soy tu padre. Estoy de acuerdo. Sin embargo, pertenecemos al mismo grupo. La
sociedad se ha ido al carajo. Lo que es de suponer, que los que quedemos en
pie, lucharemos contra nosotros mismos, matarnos si es necesario para conseguir
sobrevivir. Nos hemos rebajado a lo más mínimo. Dudo mucho que algún día, el
mundo vuelva a resurgir como antes. Debemos empezar de cero. No veremos más
internet, o películas nuevas.
-
Sé dónde quieres ir a parar. –afirmó.
-
A lo que me refiero, es que ahora tú y yo, somos
como una familia. Reina, Sharpay, Vergara… todos somos una familia. Y nos han
quitado a dos miembros muy jóvenes. Tu hermana y mi hijo. Por eso quiero
pedirte, que empecemos de cero. Que trabajemos juntos para encontrarlos.
Después entre todos, decidiremos que hacer.
-
Pablo, sé que eres el más capacitado para
liderarnos. Pareces un político en campaña. –le sonrió.
-
Yo no quiero ser el líder de nada. Pero alguien
debe tomar decisiones, y que el resto las apoye por un bien común. Si mando a
Vergara y Ramón ahí fuera, es porque son buenos en lo suyo. Al igual que a Héctor
y Reina. He visto como son capaces de encontrar cosas donde nadie miraría.
-
Y ¿yo? –preguntó preocupado.
-
Tú eres inteligente. De hecho creo… miento…
estoy seguro que sabrás descifrar el mensaje. Eres inteligente, y sobretodo,
valiente. Tu padre estaría orgulloso de ti.
-
Gracias. De verdad.
Le ofreció la mano, y ambos la
estrecharon. Enseguida se pusieron a revisar mapas y más mapas. Pero no
encontraron ninguna ciudad o pueblo llamado LOBARRE. Necesitaban reponer
fuerzas, así que cuando volvieron los demás, comieron algo y descansaron en sus
respectivas habitaciones. Era tal el cansancio, que ninguno se despertó hasta
la mañana siguiente. El que peor aspecto tenía era Vergara. La resaca era
importante. Poco después de desayunar, Ramón y Vergara volvieron a salir. Por
la noche no encontraron ninguna pista. Además, el viento y la nieve se lo dificultaban.
Ahora por la mañana, a pesar de que el tiempo no cambiaba, les resultó más
sencillo. En cuanto a Héctor y Reina, no tuvieron tanta suerte. Ya revisaron
cada rincón por la noche. Por el día, tampoco encontraron nada. Raúl seguía
repasando los mapas con Pablo. Hasta que se cansaron y salieron a tomar el
aire.
-
¿Has utilizado alguna vez un arma de fuego?
–preguntó Pablo.
-
No. Me he defendido bien con el cuchillo o un
hacha. –contestó.
-
Eso está muy bien. Pero creo que no estaría de más
que supieras utilizar una pistola al menos. –se levantó y sacó la suya de la
funda- Mira, si pulsas en este botón, sale el cargador. Comprueba siempre
cuanta munición te queda. Para volver al cargarlo, solo tienes que empujarlo
para dentro hasta que haga clic. Esta manija es el seguro. Ponlo siempre.
Incluso cuando la saques de la funda. Solo quítalo si vas a disparar. Y la
parte más sencilla. El gatillo. Esto me supongo que lo sabrás.
-
¿Por qué quieres enseñármelo? –pregunto sin
importancia.
-
Puedes verte en una situación complicada y esto
te puede salvar la vida. Además, tengo la certeza, de que si encontráramos a los
secuestradores, no serán tan amistosos.
-
Puede que tengas razón. –confesó abrumado.
-
También deberías conocer algunas técnicas de
desarme, así como de defensa personal. Mira… -le apuntaba con el arma-… ¿Qué harías
si alguien te apunta desde esta distancia?
-
¿Levantar las manos para que no dispare?
–pregunto indeciso.
-
Es una opción…-sonrió orgulloso y le tendió la
pistola-… apúntame a mí. –Raúl cogió la pistola y le apuntó como lo hizo
Pablo-… es posible que te veas en la situación en la que alguien te apunte de
cerca. Aunque lo que te voy a enseñar parezca un ataque, en realidad es
defensivo.
Con un giro de cuerpo y dos
movimientos de manos muy rápidos, no le dio tiempo a reaccionar. La mano de Raúl se encontró
dolorida, desarmado y con Pablo apuntándole con su mismo arma.
-
Te lo voy a repetir, pero lento. Para que
aprendas los movimientos. –le devolvió el arma, y repitió los movimientos
lentamente- Tienes que tener claro que tu objetivo es desarmarle con la
seguridad de que si consigue apretar el gatillo, el cañón no te esté apuntando
hacia ti. ¿lo comprendes?
-
Si. Primero giro mi cuerpo un ángulo de noventa
grados. El brazo izquierdo lo paso por debajo hasta llegar al cañón, a la vez
que la mano derecha llega hasta la culata y la mano del agresor. Haciendo
palanca desde el cañón lo giro a la vez que estiro apuntándole a él. ¿no es
así?
Pablo lo miró entre sorprendido y
contento. Asintió varias veces con la cabeza.
-
Muy bien. –contestó- Practiquemos.
Tan solo una media hora después, dominaba
la técnica, lo suficiente para enfrentarse a alguien sin mucha experiencia.
Pablo, le enseño dos maneras más de desarme en diferentes posiciones. Aprendió múltiples
formas de bloquear a una persona. Otras tantas de dejarlo inconsciente. Puntos
débiles, que con un simple golpe sencillo, sería capaz de tumbar al suelo al más
fuerte. Sintió que conocer todo aquello le proporcionaba cierta seguridad. No tenía
nada que ver con las artes marciales que Sharpay y Reina enseñaron a Héctor,
pero eran igual de efectivas.
Después de aquellas lecciones,
volvieron a consultar los mapas. Raúl se dejó caer en la silla, decepcionado de
no encontrar una pista. Pablo le animó a continuar.
Pasados dos días, los ánimos
empezaban a decaer. Ni Ramón ni Vergara, que se pasaban el día explorando los
caminos, encontraron nada fiable. Héctor y Reina, mataban el tiempo entrenando
su arte marcial. Para Héctor, fue algo aburrido. Su contrincante, no tenía el
nivel de Sharpay o Patri. Este último, peleaba de diferente forma, pero era un
digno rival. Se tuvo que consolar con lo que había. Raúl se percató de la
preocupación en la cara de Pablo. Era consciente, que pasado tanto tiempo, casi
era imposible seguir la pista a nadie. Sin embargo, él, tenía algo rondándole
en la cabeza que no le dejaba abandonar. La más importante era, sin duda, su
hermana Rebeca. Pero, contra todo pronóstico, en la segunda persona en la que
pensaba continuamente no era Mónica, sino Eli. Por algún motivo, se había grabado en una
pared de su mente su cara. Su sonrisa. Principalmente, sus ganas de no
desistir, era de volver a verla. Incluso, su mente, generó imágenes en
movimiento, inventadas, de ellos dos besándose. Se le aceleraba el corazón cada
vez que esa imagen le sorprendía en la cabeza. Tenía muy claro, que lo que tuvo
con Mónica, ya era historia. De hecho, se estaba convenciendo de que si se
reencontraban, le declararía su inesperado amor.
Se asombró él mismo, frente a un
espejo, con una sonrisa de oreja a oreja.
2 comentarios:
Quiero más!!! Dos días y aún no han aparecido!!! Secuestrados? Sería extraño por ser mucha carga... dos niños dos adolescentes... como siempre un placer leerte. Gracias
Me parece bien la relación que han entablado Pablo y Raúl, uno lo ve como el hijo que tenía y el otro necesita alguien que sea como el padre que perdió, el hecho de matar al doctor ha ayudado bastante.
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