sábado, 13 de enero de 2018

Te haré un castillo. Capítulo 21

Capítulo 21

Al descubierto.

Harold esperaba en la barra del restaurante tomando un whiskey. Jimena llegaba tarde, y la reserva en aquel restaurante le salió cara. Tuvo que sobornar al camarero para que anulase otra, en beneficio suyo. El camarero, le insistía una y otra vez, si su acompañante tardaría en llegar. Miró de nuevo el móvil, y Jimena no daba señales. Estuvo a punto de marcharse, tras una hora y media después. Sin embargo, en el último momento apareció. 
- Perdona…-dijo apurada-… perdona…perdona… perdona…

Harold se giró, y vio a una bella mujer que casi no reconoció. Llevaba un vestido negro, atrevido. Ajustado. Moldeando su figura. Además, el peinado no era el habitual. Esta vez lo llevaba liso completamente, dejando fuera las ondulaciones que eran propias en ella. 
- De verdad, perdóname…-repitió-… me he entretenido en el trabajo.
- No pasa nada –le dijo triste- ¿Los profesores trabajáis hasta tarde?

Jimena sintió, que había metido la pata. Y trató de arreglarlo.
- Me puse a corregir algunos trabajos de los alumnos, y se me fue el santo al cielo. Incluso la peluquera me ha regañado también. –dijo apurada
- El caso es que ya estás aquí –se levantó y la besó levemente en los labios.- Nos están esperando

El camarero, por fin respiró aliviado, y los acompañó a la mesa. Ya sentados, y más tranquilos, pudieron conversar.
- ¿Te pasa algo? –preguntó Jimena a un Harold pensativo
- No he tenido buen día, es todo. –contestó
- Parece que a ninguno de los dos, nos ha ido bien hoy. –dijo quitando hierro al asunto
- Dejemos de lado el trabajo, ¿no te parece? –seguía manteniendo semblante serio
- Pues si…-contestó ella-… me muero de hambre.
- Veo que hoy te has puesto muy guapa…-admiró su belleza
- ¿Te gusta? –se tocó el pelo- no sabía si alisármelo o dejarlo tal cual.
- Me encanta…-seguía pensativo
- Una cosa que te quería preguntar…-cambio de tema-… llevamos meses saliendo
- Así es…-esperó
- No es que me importe, la verdad. Bueno un poco si…-comenzaba a dudar
- ¿Qué te ronda por la cabeza? –preguntó intrigado
- A ver… como digo esto sin que parezca ordinaria…
- ¿Por qué no hemos tenido sexo? –preguntó Harold, subiéndole los colores a Jimena
- Si…-susurró mirando hacia los demás comensales
- Como te dije, mis antiguas relaciones solo se basaban en intereses meramente económicos. Por lo que en contadas ocasiones, lo he hecho por amor. –relataba
- Me vas a perdonar, pero algunas veces, me cuesta entenderte…-dijo avergonzada-… ¿tu sientes algo por mí?
- Jimena…-le tomó de la mano-… es la primera vez en mi vida, que siento algo de verdad por una mujer. No quiero estropear lo nuestro.
- Harold, amor…-le miró cariñosamente-… no se va a estropear algo, por querer disfrutar. Estas muy tenso. El sexo es parte de una relación. Creo que ya te dejé claro que tu dinero no me interesa. 
- Me alegra oírte decir eso…-volvía a parecer pensativo
- Por otro lado…si te soy sincera, no se cuáles son tus planes de futuro. No quiero ilusionarme. Estas en España, por negocios, y cualquier día te marcharas…
- ¿Te sientes plena con tu trabajo? –preguntó
- Sí, claro…
- Eso lo pone aún más difícil. Viajo constantemente…

La conversación empezaba a tomar un rumbo, que a ninguno le gustaba. Prácticamente, dejaron de hablar hasta la llegada del postre.
- Harold…-rompió el silencio-… no me hagas caso. Vivamos el presente. ¿Dónde te alojas?
- Oh…-se sorprendió
- Dime,…-insistió-… ¿en qué hotel te alojas?
- No me alojo en ningún hotel. Por suerte, mis padres, eran asiduos a viajar a Madrid. Tenían una vivienda en propiedad, y la estoy usando como alojamiento temporal.
- Mejor me lo pones. –su actitud era más agresiva, pero amable
- ¿Me está proponiendo una cita más íntima? –preguntó sonriendo
- Cállate…-se sonrojó y se rio a la vez

Harold pidió la cuenta, y se marcharon. El coche de Harold, le estaba esperando en la entrada, conducido por Sebastian. Ambos subieron, y se fueron a casa de Harold. Jimena, al ver la casa, quedó gratamente sorprendida. Harold llevó a Jimena hasta su dormitorio. Allí mismo, del mueble bar, sirvió dos copas de un licor cualquiera. No tardaron en besarse, y hacer el amor. Ella quedó recostada en el pecho de Harold. Que permanecía pensativo mirando el techo. 
- Voy a beber agua y al baño –le dijo Jimena
- Espera, que llamo a Sebastian. 
- No, no. –dijo ella burlona- Se valerme por mi misma. Los lujos son tuyos. ¿recuerdas?
- Jajaja –Harold rió.

Salió de la habitación. Al fondo, podía ver el despacho de Harold con la puerta entre abierta. No quería hacerlo. Por momentos, se enamoraba más de Harold, y no podía creer lo que estaba a punto de hacer. ¿Y si no era quien creía? ¿Podía echar a perder algo bonito por algo de lo que no estaba segura? De todas formas, si lo hacía bien, no se enteraría que lo estaba espiando y si no era el, no pasaba nada. Así que lentamente, caminó hasta el despacho. Podía escuchar al Sebastian en la parte de abajo, viendo la televisión. El despacho era amplio. Todo bien colocado, y pocas cosas a la vista. Abrió los cajones, y tan solo uno contenía algo en su interior. Una llave. Sintió un escalofrió. Cogió la llave, y se encaminó hacia una puerta, que era la única que tenía cerradura. Algo que se fijó nada más llegar. Estaba claro que ahí escondía algo. Algo que no quería que viese nadie. Introdujo la llave con cuidado y giró. La puerta se abrió. Estaba oscuro. Palpó la pared en busca de un interruptor, que enseguida encontró. Al encenderse la luz, su corazón se paralizó. El interior de aquella habitación, era lo peor que podía haberse encontrado. Miró los planos. Fotos de gente con una descripción escrita. Una mesa con al menos veinte móviles. Herramientas. Varios ordenadores portátiles. La foto de un banco. Y sobre todo, como sacar el dinero de una cámara de seguridad de ese banco. 
- No deberías haber entrado aquí –dijo Harold por detrás.

Jimena quedó paralizada sin poder moverse. Cerró fuertemente los ojos, y trató de tranquilizarse. Cambio su cara de terror por la de decepción.
- Harold…-dijo mirándolo a los ojos-… ¿Qué es todo esto?

No le hablaba. Ni se inmutaba. Sus gestos eran más de enfurecido. 
- Harold…-le gritó con los ojos húmedos-… me estas asustando…
- No deberías haber entrado aquí –repitió con el mismo tono
- Mierda…-se llevó las manos a la cara llorando
- ¿Qué vas hacer? –preguntó serio- ¿Me vas a delatar?
- Por dios Harold… -consiguió decir-… ¡no! 
- Pues entonces vete –le ordenó
- No me voy a ir hasta que me lo expliques…-se enfureció ella también
- ¿Explicarte qué? –su exquisita educación desapareció- ¿Qué pretendía robar un banco?
- ¿Robar un banco Harold? –le miró decepcionada- ¿Por qué un hombre de tu posición necesita robar un banco? No lo entiendo…
- No deberías estar aquí –se dio la vuelta desesperado y furioso
- Harold, cariño…-lo dijo de verdad
- Esto es una locura. –dijo mirándola de nuevo- Tu no estabas en los planes. 
- Harold… -le miró apenada-… sea cual sea el motivo, me da igual. Todavía no has hecho nada. Y…

Harold dejó de gesticular pendiente de lo que iba a decir.

- Y joder…Harold… -le golpeó en el pecho-… no me hagas esto… ahora no… 

Harold la agarró contra él y la abrazó. Pero ella se separó.
- Los negocios no me van bien. Tengo que reconocerlo. –le explicaba- pensaba que si lograba algo de liquidez, podría salvar algo. 
- ¿Robando un banco? –preguntó furiosa
- Si, robando un banco. –contestó firme
- ¿Y cuándo pensabas hacerlo? –preguntando, al recordar la actitud del restaurante- oh… joder… por eso estabas tan raro en la cena.
- Si, por eso estaba pensativo. Porque se ha ido todo a la mierda. –confesó
- No me mientas más…-le ordenó
- No te miento Jimena. Te aseguro que ya no hay nada. Por eso estaba así. Porque pensaba marcharme mañana…-lo dijo sin pensar

Aquello le sentó como un jarro de agua helada. Pensaba marcharse y dejarla allí sola.
- ¿Cómo dices? –preguntó aterrada
- Como lo oyes…
- Joder… que puta suerte la mía. Ahora que voy, me enamoro de ti, y te pensabas marchar sin decirme nada…-dijo lo que pensaba
- ¿Cómo dices? 
- ¿el qué?
- Jimena, ¿estas enamorada de mí? –preguntó interesado
- Qué coño te importa ya. ¿Te parecerá divertido encandilar con tus putos lujos y palabrería a una pobre españolita eh?
- Jimena –gritó el también- ¿no te das cuenta de lo que siento por ti? Yo no buscaba esto. Pero apareciste y desmantelaste todo. Pusiste mi vida del revés. Por favor, Jimena –sus ojos se llenaron de lágrimas- créeme, te quiero. Estoy dispuesto a lo que sea, con tal de tenerte a mi lado. A la mierda mi fortuna, a la mierda el negocio de mis padres, a la mierda el robo. Solo quiero estar contigo.
- ¿En serio? –en el fondo estaba deseando estar con el
- Muy en serio.



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